Proporcionar el amor, el afecto, la protección que las niñas o los niños sordos necesitan como todos los niños está en las manos de los padres. Los padres son los formadores en el afecto, la autoestima, la autonomía y la responsabilidad. La familia es insustituible, pues además de ser la transmisora de vida también es la transmisora del sentido de la vida, de la cultura y de la socialización.
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